Que bonito es no esperar nada de nadie y vivir liberada...Suena muy sencillo, soltar, dejar ir, pero no es tan fácil como debería de serlo; nadie es dueño de nadie y aunque lógicamente lo entendemos, muchas veces los sentimientos nos dicen todo lo contrario y nos aferramos, nos aferramos tanto como si las personas fueran nuestra tabla de salvación y sin ellas nos hundiríamos en las profundidades del océano, de ese océano que somos nosotros mismos y nuestra soledad.
Cuesta mucho y se sufre lo indecible, pero esa libertad que te da el no estar esperanzado a nada de nadie y ser tú y nada más que tú, es la mejor sensación, como si un peso de más de mil toneladas que te aprisiona y no te deja disfrutar de la vida, se desvaneciera.
Hay que viajar ligero!
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